16 diciembre 2005

Testigo

Ahora que algunos periodistas pugnan por convertirse en noticia, ahora que tantos otros olvidan su condición de testigos para adoptar la de chismosos, nada mejor que leer los artículos alemanes de Eugenio Xammar. Como hermanos gemelos nos llegan El huevo de la serpiente y Crónicas desde Berlín 1930-1936, y resulta imposible cerrar uno sin sentir la urgente necesidad de abrir el otro.
El catalán detalla las nimiedades que encendieron las enormidades. Con una suerte de calma pavorosa, si cabe, toma el pulso al miedo y explica desde la cuna el constante crecer del monstruo. El nazismo, cualquier nazismo, empieza con el silencio de los buenos. Acabados sendos volúmenes, tampoco es fácil evitar la tentación de volver a Josep Pla, colega de Xammar en Berlín. Y de añorar corresponsales como aquellos

Olvido Almadia