20 febrero 2006

Hacer la compra


Pasaba en Beirut, en Freetown, y pasaba en Sarajevo, ciudad mártir del corazón de Europa. La guerra
abre los ojos y caen las bombas como pestañas de plomo, y hay ventanas que estallan con rabia de lagrimales, y hay retinas rojas que reflejan la sangre que ven y el sueño que merecen. Ocurre en todas las carnicerías: mientras un ser humano dispara, otro ser igual de humano compra el pan, elabora croquetas y acaricia una espalda. La muerte es testaruda y omnipresente, pero no acaba jamás con el amor.

Sarajevo, Diario de un éxodo, de Dzevad Karahasan, no habla de los que se fueron sino de los que se quedaron para fugarse mentalmente del horror que padecían. Hay una forma de exilio que consiste en plantarse ante la realidad y respirar como si no existiera o fuera algo pasajero. Vivir como si no nos mataran es un proyecto inteligente de supervivencia. Esperar a que llegue el autobús, ir al teatro, escribir cartas, besar, es también resistir.