17 abril 2007

Yo y los míos


Ocurre con todos los problemas sociales y en todos los ámbitos, no sólo en el literario. Cuando se trata de arrojar luz sobre fenómenos esquinados, marginales, cuando se intenta explicar desde fuera lo que desde dentro no hay tiempo ni ganas de explicar, se suele pecar de un buenismo hueco o de un estruendoso tremendismo. O se perora con voz de credo laico o se escribe con ansias de plumilla amarillo.

Así sucede con la inmigración y sus múltiples flecos, a menudo iluminados con la vela del párroco, la cámara del sabueso o la linterna del policía. Frente a los que jibarizan al Otro convirtiéndolo en un fantástico Buen Salvaje o en un segador de clítoris, se levantan testimonios veraces, con calor de asfalto y frío de sótanos sin presencia solar. Mañana será otro día, de la francesa Faïza Guène, nos habla de ella y los suyos, sin intermediarios, sin velos, sin trampas. Y no imparte lecciones porque tampoco quiere recibirlas.